Nuestra sociedad está cada vez más informada. No digo mejor, digo más porque la cantidad no siempre es calidad y porque los nuevos medios están cambiando incluso nuestro modo de leer. Olvídense de los artículos en profundidad y del periodismo de investigación porque no es que no existan, pero lo que de verdad tiene fuerza en los tiempos que corren es en titular, en twit, la noticia breve y la foto fugaz. Píldoras de información que parecen tener mucha fuerza pero que a veces lo que hacen es despistarnos o crear ideas colectivas que difieren mucho de la realidad.
Para mal o para bien es el mundo que nos ha tocado vivir y también la Iglesia tiene que adaptarse. Cualquiera que profundice en la labor de la Conferencia Episcopal sabrá del buen trabajo que realiza en nuestro país, pero no nos engañemos, serán una inmensa mayoría los que se formen una opinión sólo con la noticia breve del telediario o los comentarios injuriosos que los enemigos de lo religioso vierten cada día en las redes sociales. Lo vemos constantemente, cualquier comportamiento reprochable de un sacerdote se difunde como si fuese regla general, y cuando se archiva un caso- como el que hemos vivido recientemente con el convento de las Mercedarias de Santiago- la repercusión en el panorama informativo no tiene nada que ver con el que tuvo mientras existió la duda. ¿Dónde estaban las cámaras de televisión cuando quedó claro que no había caso? ¿Cuánta gente se habrá quedado con la idea de que había monjas retenidas contra su voluntad?
Por todo esto y por mucho más es tan importante el convenio que ha firmado la CEE con Transparencia Internacional para avanzar en la publicitación de las actividades del gobierno de la Iglesia española. A partir de ahora será un organismo independiente el que certifique que nuestros obispos hacen las cosas bien, que no tiene nada que ocultar y que podemos confiar en que están desempeñando su papel correctamente. Tenemos muy mala prensa en algunos sectores y la transparencia es fundamental para rebatir las críticas.
Un simple ataque en los medios de comunicación puede hacer que unos padres alejan a sus hijos de la doctrina católica o que alguien de buena voluntad decida dejar de apoyar las causas sociales. A partir de ahora la Iglesia va a poder defenderse con los argumentos que da un informe independiente. Los que dudan de mala fe seguirán haciéndolo, pero los que lo hacen de buena fe van a perder los argumentos. Dejar entrar la luz es siempre bueno, sobre todo cuando no hay nada que ocultar.
Alberto Varela