Testimonio

Francisco Lampón

Nací en la parroquia de san Miguel de Costa, una parroquia pequeña del ayuntamiento de Rois (75-80 casas habitadas) y recuerdo que desde pequeño ya sentía la vocación sacerdotal con mucha normalidad. Imagino que tener una familia cristiana y también un tío sacerdote ha influido para que esta llamada de Dios se haya consolidado.

No sucedió ningún fenómeno “espectacular”: asistía a Misa los domingos, participaba en el Catecismo, colaboraba en diversas tareas de la parroquia, etc. En ese ambiente fue naciendo, de un modo sencillo, mi vocación.

Me viene a la mente la época del Seminario, en la que se superan muchas dificultades con la ayuda de las personas que se encargan de acompañarnos en nuestra preparación. Creo que en ese tiempo adquirimos un firme propósito de continuar, durante toda la vida, alimentando nuestra alma con la oración, con una formación permanente, y con una entrega sacrificada a Dios y a los demás.

Durante tres años he desempeñado las funciones de secretario particular del obispo auxiliar de la diócesis. Desde fuera, puede parecer que existen soluciones muy fáciles para cuestiones complejas. Pero, tras esta experiencia, creo que no es así.

Las cosas requieren un trabajo duro y entregado. Y mucha gracia de Dios. También he sido testigo de grandes alegrías: el contacto con los jóvenes en unas confirmaciones; las visitas pastorales, en las que uno aprecia la cantidad de personas implicadas en sacar adelante a una parroquia; encantadoras visitas a los enfermos, que le sitúan a uno en una especie de “terreno sagrado”. Destaco esos proyectos diocesanos que se han puesto en marcha, como la Escuela de Agentes de Pastoral y las Unidades Pastorales.

Son los nuevos instrumentos que pronto encontraré, de modo natural, al ejercer de modo ilusionado mi sacerdocio. En ellas cobra protagonismo la participación de los laicos, bien preparados, responsables. Y por otra parte, la oración por las vocaciones sacerdotales.

Deseo que Dios siga llamando al sacerdocio a muchos, y que se puedan atender siempre a los fieles de nuestra diócesis, haciendo presente a Jesucristo.

 

Francisco Lampón