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Todos estos días en los medios de comunicación se ha hablado mucho de la Semana Santa. ¿Cuál era el contenido de esas noticias? Las Procesiones. Como diría un profesor mío, levanto las manos, y los pies y las orejas para gritar: eso no es la Semana Santa. Con todos mis respetos hacia las procesiones, en ningún misal ni libro litúrgico, que yo sepa, en la parte dedicada a la Semana Santa no figuran las “Procesiones de Semana Santa” que los medios de comunicación y la publicidad turística de esta temporada publicitan. La Semana Santa, hablando con propiedad, son las celebraciones litúrgicas; tristemente, de estas no se habla. Y cuando la gente programa sus vacaciones para estas fechas, buscan lugares donde haya Procesiones vistosas, emotivas, pero queda en el olvido la participación de las celebraciones litúrgicas, muchísimo más importantes que las procesiones.

En los años que llevo siendo sacerdote, siempre estuve destinado en parroquias del mundo rural. El panorama es muy distinto al de otros lugares también en lo que respecta a la Semana Santa. Ésta, básicamente, se reduce a las celebraciones litúrgicas. Si acaso, en alguna de las parroquias, además, se organiza una Hora Santa ante Jesús Sacramentado en el Monumento en la noche del Jueves Santo o la oración del Vía Crucis el Viernes Santo. Incluso, a veces, las celebraciones litúrgicas son sencillas por escasez de medios para desarrollarlas con mayor solemnidad o porque el sacerdote cada día tiene que presidir más de una celebración. Con todo, se busca que sean celebraciones dignas, preparadas y participativas en la medida de lo posible.

En el rural es habitual que cada sacerdote tenga que atender varias (muchas) parroquias. Esta situación lleva, cada vez más, a la necesidad de tener que centralizar el culto en alguna o algunas de esas parroquias y suprimirlo en las otras. Y los feligreses de éstas tendrán que hacer el esfuerzo por desplazarse a otra parroquia para participar en las celebraciones. No todos pueden o quieren hacerlo.

La Semana Santa es un tiempo de vacaciones para unos y un tiempo de trabajo extra para otros. Para los cristianos es una semana especial, no es una semana más, es la Semana, la Santa. Lo que recordamos y celebramos estos días es el centro de nuestra fe. Celebramos nuestra salvación por la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Lo hacemos de domingo a domingo, de Domingo de Ramos a Domingo de Pascua. Son días para meternos de lleno en la vivencia de estos misterios de fe. A lo largo del año volvemos una y otra vez sobre ellos; en esta semana lo hacemos con toda la intensidad que podemos. Y todos los esfuerzos que hagamos por aprovechar estos días santos nos aportarán un gran beneficio espiritual. Son importantes las celebraciones y demás actos que se tengan a lo largo de la semana, pero es necesario que el recipiente, nosotros, estemos en condiciones para recoger todo el don que Dios nos quiere regalar. ¡Feliz Pascua!

 

José Recarey

Párroco de la Unidad Pastoral
de Touro