Nos ha llegado desde Italia una comedia “italiana”, valga la redundancia. Este adjetivo expresa muy bien qué tipo de comedia es. La película habla de cosas que, en otras cintas, adoptan una pose como muy “catequética” o muy trascendente: Dios, la voluntad de Dios, la vocación… Y lo hace en un formato absolutamente popular. Su director es Eduardo María Falcone. Tiene en su reparto a Alessandro Gassman, el hijo de Victorio Gassman, y a Marco Giallini. Nos ofrece la divertidísima historia de una familia en la que el hijo anuncia que quiere ser sacerdote y su padre, que es un ateo empedernido, quiere conseguir a toda costa abortar esa decisión. La película es muy hilarante, divierte mucho. Pero, sin darnos cuenta, está hablando de temas muy importantes. Al término de la película, el espectador se da cuenta de que han salido cuestiones que a todos nos afectan. Creo que es una película para no perderse. Se puede ver en familia. Tiene guiños para todas las edades, con mucha frescura. Con más enjundia de la que parece. Hay que alegrarse de que nos venga una película que habla de cosas serias en un formato divertido y aparentemente (sólo aparentemente), intrascendente.
Juan Orellana es director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal Española. Comentario suyo para el programa radiofónico El Espejo Diocesano (cadena Cope) de los viernes a las 13:30h.
Juan Orellana