Parroquias

Organización eclesial de la ciudad coruñesa

Hace algunos años publiqué la obra “Templos coruñeses. Historia, Arte, Culto” (Xerión, La Coruña 2011), que ha servido de referencia para redactar estas páginas, aunque he reconducido por un terreno más práctico y siguiendo un itinerario histórico, acorde con el desarrollo urbanístico y demográfico de la ciudad herculina.

Asentada en una península abierta a dos mares, sus primeros habitantes fueron una pequeña población romana -de cuya época es testigo el multisecular faro de la Torre de Hércules-, ignorándose cuándo llegaron a establecerse allí las primeras comunidades cristianas. Sólo se sabe con certeza que, desde la época bajomedieval, los habitantes de su primitivo burgo pertenecieron al extenso arciprestazgo de Faro, que estaba bajo la jurisdicción espiritual de una dignidad del cabildo compostelano, delegado para ello por el arzobispo de Santiago. La refundación de la urbe coruñesa por Alfonso IX en 1208, aun respetando esa jurisdicción eclesiástica, la dotó de carácter realengo y le dio un cierto carácter de independencia de la autoridad arzobispal, que quizá fuera la base del espíritu liberal que han tenido siempre sus habitantes.

Desde entonces el desarrollo eclesial de la Coruña ha corrido paralelo al de tipo político y social, así como de la demografía experimentada en sus ocho siglos de historia documentada hasta hoy y su crecimiento como una de las urbes más pobladas de Galicia.

Vamos pues a seguir el desarrollo de las instituciones parroquiales y arciprestales de lo que es actualmente al ayuntamiento coruñés desde sus primeros templos, aún existentes hoy, anteriores a 1208, hasta los inaugurados últimamente, que se han ido multiplicando en paralelo al crecimiento de la ciudad.

Las dos parroquias más antiguas de la Coruña, las de Santa María del Campo y Santiago, habían sido creadas antes ya de la refundación en realenga de 1208. A ellas se sumaron, posiblemente en los finales del siglo XIII, las de San Nicolás y San Jorge, que se repartieron el territorio de la Pescadería, una abierta a la bahía del puerto y otra a la del Orzán. Esas cuatro parroquias fueron las únicas que tuvo la Coruña hasta la última década del siglo XIX, lo cual motivó que la autoridad arzobispal creara en 1890 la de Santa Lucía, con territorio desmembrado de la de San Jorge, que había rebasado ya mucho antes las murallas de la Pescadería y cuando estaba avanzada la edificación del nuevo Ensanche en ese espacio. LA nueva parroquia se extendería más allá de Cuatro Caminos, hasta los límites de la Coruña con el ayuntamiento de Oza.

Precisamente la anexión de este ayuntamiento al de La Coruña en 1912 hizo que el territorio de éste quintuplicara su extensión e incorporan a él sus cuatro parroquias (San Vicente de Elviña, Santa María de Oza, San Cristobal das Viñas y San Pedro de Visma), entonces con una población eminentemente rural y hoy multiplicada en su amplio territorio, totalmente integrada ya en su nueva realidad urbana.

La siguiente parroquia coruñesa creada fue la de San Pedro Mezonzo en 1930, que ocupó el amplio territorio que aún tenía la de Santa Lucía, desde la zona de Cuatro Caminos hasta los antiguos límites del ayuntamiento de Oza, marcados por el río de Monelos que abarcaba también otros barrios antiguos.

Los avatares políticos y sociales de la II República y la guerra civil retrasaron la creación de una nueva parroquia, para atender la numerosa población asentada en la zona de las Atochas y la Torre hasta el mar, poniéndola bajo la titularidad de Santo Tomás Apóstol en 1942 y encomendándosela a los Paules.

El imparable aumento de población en los nuevos barrios de la ciudad, habilitados sobre todo por emigrados rurales que buscan mejorar sus condiciones de vida, motivó al cardenal-arzobispo Quiroga Palacios a constituir en 1954 cuatro nuevas parroquias para atenderlos pastoralmente: San José, Santa Margarita, San Rosendo y Nuestra Señora del Carmen.

No siendo esto suficientemente para prestar los servicios religiosos a una multiplicada población de esos y otros nuevos barrios, el mismo Cardenal Quiroga firmó en 1966 los decretos de creación de otras cuatro parroquias: Nuestra Señora de Fátima, San Antonio, San Fernando y San Pío X. A esas alturas del sigo XX, las 5 parroquias que tenía La Coruña en 1980 habían alcanzado ya la suma de 19.

El sucesor del cardenal Quiroga, arzobispo Suquía Goicoechea, había de completar la creación de parroquias coruñesas, divididas a su vez en nuestros arciprestazgos urbanos, poniendo casi el tope a este tema hasta la actualidad, en que parece haberse estabilizado el crecimiento demográfico de la ciudad herculina. Después de un detallado estudio sociológico, creó en 1976 catorce nuevas parroquias para atender a una población que superaba los 210.000 habitantes. Fueron las siguientes: Divina Pastora, María Auxiliadora, Nuestra Señora del Socorro, O Nadal do Señor, San Benito, San Francisco de Asís, San Francisco Javier, Sam Juan Bautista, San Luis Gonzaga, San Miguel Arcángel, San Pablo, A Resurrección do Señor, Santa Gema y Santa Teresa de Jesús.

El arzobispo Rouco Varela creó a su vez en 1986 las parroquias de los Santos Ángeles y Virgen Milagrosa, y en 1988 ponía en marcha la de Nuestra Señora del Pilar, anexionada a la de O Nadal do Señor, regidas por un mismo párroco. Finalmente, el arzobispo Julián Barrio creaba -en la nueva urbanización levantada al pie del monte de San Pedro- la parroquia de Nuestra Señora de los Rosales, la última fundada hasta hoy en La Coruña, que se ponía en marcha en noviembre de 1999. Se llegaba así, un siglo después de nacer la parroquia de Santa Lucía en 1890, a estar dividido el territorio del ayuntamiento coruñés, de las cinco que tenía entonces, a las treinta y siete que tiene ahora.

Notemos finalmente que, desde su inicial pertenencia al arciprestazgo de Faro (al que pertenecía La Coruña, junto con las parroquias rurales de los ayuntamientos que la circundaban), a estar solo el herculino dividido en cuatro arciprestazgos creados por el arzobispo Suquía en 1979: Faro, Cuatro Caminos, Riazor y Monelos, en los que están encuadradas todas las parroquias coruñesas.

Para concluir estas páginas, nos vamos a fijar en algunos datos complementarios, relativos a diversas instituciones eclesiales no parroquiales, que también contribuyen a realizar la acción pastoral en la ciudad herculina, de forma digna de gratitud.

Las órdenes e institutos religiosos establecidos en nuestra ciudad son los siguientes:

Masculinos: Dominicos, Franciscanos, Jesuitas, Capuchinos, Paúles, Salesianos, Carmelitas Descalzos, Redentoristas y Pasionistas, algunos de los cuales prestan en sus templos e instalaciones los servicios pastorales de las nuevas parroquias establecidas en ellas. Tienen, pues, sede em La Coruña, diez Órdenes Religiosas, cinco de las cuales son parroquias.

Femeninos: Santa Clara (Bárbaras), Capuchinas (Nuestra Señora de las Maravillas, actualmente trasladadas al vecino ayuntamiento de Oleiros), Carmelitas, Compañía de María, Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Esclavas del Sagrado Corazón (su templo está cedido para los cultos de la parroquia de San Pío X), RR. De María Inmaculada y la Grande Obra de Atocha (Instituto Secular de la Hijas de la Natividad de María). En total ocho.

Para terminar, un hecho casi anecdótico sobre los coruñeses. La opinión que muchos no coruñeses tienen sobre los coruñeses es que somos personas poco religiosas y superficiales en esta materia. Algunos hechos patentes desmienten esta opinión:

En el territorio herculino varios santuarios marianos testimonian su piedad: Santa María de Pastoriza, Perpetuo Socorro (Redentoristas), Santa Gema (Pasionistas), Parroquia de Nuestra Señora de Fátima.

Dos tradicionales advocaciones marianas comparten el patronazgo de la ciudad: la Virgen de los Dolores y la Virgen del Rosario con sus imágenes coronadas canónicamente.

Y, sobre todo, La Coruña tiene diez parroquias – algunas regidas por religiosos- dedicadas a advocaciones de la Virgen: Santa María del Campo, Santa María de Oza, María Auxiliadora, Divina Pastora, Nuestra Señora de Fátima, La Milagrosa, Nuestra Señora del Socorro, Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora del Pilar y Nuestra Señora de los Rosales.

 

Carlos García Cortés