La celebración de la Semana Santa en Muros, difiere en algo a la de otras Villas. Muros, por su historia, arte, cultura y tradiciones, vive su Semana Santa con un particular que la diferencia mucho de otras: “se espera y se celebra” para vivirla muy alejada del folklorismo que impera en muchos otros lugares.
En un tiempo en el que relativismo moral campa a sus anchas como objeto de devoción, y en el que la rememoración de la Pasión de Salvador es puro “turismo”, los muradanos viven la Semana Santa con el ardor de los creyentes que creen y confían en quien, por ellos entregó su vida por la Redención de la humanidad. Ninguna muerte es en vano; la de Cristo- Jesús la fue en amor sin fisuras por todos y cada uno de nosotros.
Como anticipo de la Semana de Pasión, (en la semana anterior) Muros celebra la Novena a la Virgen de los Dolores, que con grave fervor mariano es prólogo preparatorio del Triduo Pascual.
El viernes anterior al Viernes Santo, y después de la celebración de una Misa Solemne en su honor, la imagen de la Virgen de los Dolores es sacada en procesión por las calles de la Villa, acompañando a la imagen, sus cofrades y cientos de fieles.
La imagen de la Dolorosa de Muros fue tallada en el año 1925 por el artista compostelano Don José Otero Gorrita, en su taller de la Rúa de las Ánimas, por encargo del muradano Don Ramón de Artaza Malvarez, quien la donó a la parroquia de San Pedro de Muros. (Don Ramón de Artaza fue Cronista Oficial de Muros hasta su fallecimiento, en 1975, a la edad de 99 años).
El artista compostelano labró la cara de la Dolorosa Muradana con tez enjuta, triste y ligeramente inclinada a la derecha. Ojos grandes y oscuros de los que salen unas lágrimas cristalinas; labios delgados y boca cerrada con un ligero rictus, muestran una expresión de dolor contenido.
Los actos del Domingo de Ramos dan comienzo en la Capilla de San Roque. Tras la bendición de los ramos, se forma una procesión que concluye en la parroquial con la celebración de la Santa Misa.
En otro tiempo, ese mismo domingo y en la tarde, se celebraba la “Procesión dos Caladiños”. La imagen del Ecce Homo era seguida en silencio por centenares de creyentes por las calles del pueblo, haciendo paradas en catorce puntos, en recuerdo del Vía Crucis de Cristo.
En Jueves Santo, después de la celebración de la Misa de la Cena del Señor, salen en procesión varias imágenes representativas de diferentes momentos de la Pasión. En la noche se celebra la Hora Santa ante el Monumento, y en la mañana del Viernes Santo se representa el “Encuentro”. Las imágenes de San Juan, la Verónica, la Dolorosa y Cristo cargando con la Cruz, dirigidas por el Sermón del presbítero, sitúan a la multitud en la escena de Cristo-Jesús camino del Calvario.
En la tarde de ese día, en la parroquial se desarrolla el Sermón de la Siete Palabras junto con el descendimiento para, a continuación, dar comienzo la procesión del Santo Entierro, donde una multitud de fieles portan grandes velas encendidas y siguen la urna de noble madera que contiene la imagen gótica del Crucificado de Muros.
Al anochecer del Sábado Santo se celebra con todo detalle la Solemne Vigilia Pascual y ya el domingo, la gran celebración de la Resurrección de Cristo, que se desarrolla en una ceremonia muy particular y diferente a todas. La representación muradana de la Resurrección es única en toda Galicia y sólo tiene su gemela en otras cinco poblaciones del resto del Estado.
Son estas poblaciones: Tudela en Navarra, Aranda de Duero en Burgos, Peñafiel en Valladolid, Ariza en Zaragoza, e Alfarrasí en Valencia.
Esta ancestral tradición muradana, se representa con un ángel, encarnado por un niño o niña, y que dentro de un globo de vivos colores azules desciende surcando el aire hasta llegar ante la imagen de la Virgen, que tiene su cabeza cubierta con un velo negro, en señal de duelo por la muerte de su Hijo.
El momento cumbre es cuando el ángel llega hasta María y le desprende de su velo, evocando con este gesto la alegría por la Resurrección de Cristo, al mismo tiempo que exclama con todas sus fuerzas «No más luto, Reina Soberana. Vuestro Hijo ha resucitado. Aleluya, Aleluya, Aleluya». En ese momento docenas de palomas levantan el vuelo; el pueblo irrumpe en aplausos y la música rompe su luto tocando alegres piezas. Con el ángel ya en tierra, y ante la imagen del Resucitado, éste comienza a hacer unas singulares genuflexiones en señal de adoración y respeto.
Manuel Lago Álvarez.