Sínodo

La barrera del Sínodo

A principios del S. XX, los hermanos Wright consiguieron que un “artefacto” se elevase del suelo breves segundos. Cuando los “pájaros de hierro” surcaron los cielos con normalidad, se buscó ir siempre más rápido. Parecía imposible superar los 340m/s y se pensaba que el aire era “incomprimible”, pura resistencia. Pero sí se puede ir más rápido y el aire sí se comprime.

Al comienzo del tercer milenio, la Iglesia se plantea la nueva evangelización. Desde siempre ha volado lejos, llevando el mensaje salvador de Jesucristo. Pero ahora ha de superar otras barreras que ofrecen resistencia al viaje feliz de la humanidad. Se puede ir más allá de las dificultades. No existen límites para la creatividad y la fuerza del Espíritu de Dios.

El Sínodo propone una reflexión diocesana, a todos los niveles, sobre las cuestiones más importantes que afectan a la Iglesia en la actualidad. La coruñesa parroquia de san Francisco Javier cuenta con 15 integrantes para debatir las cuestiones que plantea el Sínodo Diocesano. A lo largo del curso pasado se han reunido una vez cada quince días, tratando de reflexionar los diversos temas propuestos. El mismo plan de trabajo está previsto para el presente curso.

Este grupo parte con una ligera ventaja sobre los demás: el santo titular de la parroquia ha sido el misionero por excelencia, S. Francisco Javier. Con poco que se medite ante su escultura, queda claro que la fe cristiana no se ha entregado para guardarla en una caja fuerte, sino para esparcirla como una semilla de amor y paz.

El equipo sinodal de esta parroquia tiene muy presente que abordarán los temas en la clave de “lo que va bien” y “lo que va mal”, porque desean colaborar positivamente en el bien de su comunidad, en primer lugar, y en el de toda la Iglesia, inmediatamente.

En casi todas las reuniones se subraya la importancia de que en las parroquias se siga un directorio para los sacramentos, para que se pueda tomar como referencia un criterio común en cuanto a la formación con la cual es necesario acercarse a estas acciones sagradas que unen a los hombres y las mujeres con la gracia de Dios. Parece que existe unanimidad en que el acceso de los fieles al Bautismo, la Confirmación, el Matrimonio, etc., no es una cuestión de “rebajas”. Se trata de algo más serio.

Varias personas del grupo sienten una predilección especial por el trabajo de algunos centros religiosos con los jóvenes. En concreto, han seguido de cerca la labor de los PP. Franciscanos en la ciudad con su actividad catequética “5+1”. “Ahí sí que entra la juventud”, afirman, aunque también, conscientes de que a la “mocería” le ha tocado vivir una época muy compleja. La hija de una componente de este grupo diocesano ha acudido a Ávila y se ha publicado su testimonio en la hoja parroquial Pobo de Deus (se llama Nerea y, en un esfuerzo doble, también ha escrito en esta Barca de Santiago). Lo cuentan con orgullo y humildad, como quien cultiva una perla preciosa, conscientes de que la han recibido como un regalo, con interés en cuidarla y en aprovechar su carisma.

Les preocupa la “conexión” de la sociedad con la Iglesia. Provoca una gran satisfacción comprobar cuánto valoran el trabajo de su parroquia: no sólo las catequesis, sino la atentísima dedicación a los enfermos, la acogida y solución de Cáritas a tantos problemas y necesidades, los mercadillos solidarios para las misiones, etc. Les duele que se conozca poco esta labor o, peor, la indiferencia con que pueda ser recibida.

De todos modos, no tienen aspecto de irse a rendir en ningún momento. Hablan de la ampliación a más parroquias del trabajo de los consejos pastorales, para configurar “equipos” y no “paladines” solitarios que carguen con todo el peso de la evangelización. Animan a los padres a colaborar con la parroquia en la formación de sus hijos: “no hay que aparcarlos aquí, marchar y luego recogerlos; les ayudamos a implicarse ellos”. Comprenden que la atención parroquial de D. Severino, su párroco, ha tenido que multiplicarse: S. Francisco Javier, Las Esclavas, El Pilar, Bens… y explican que la parroquia cuenta con ministros extraordinarios de la comunión; allí se valora mucho el papel de la mujer: no existen dudas, son las más presentes y participativas.

Sueñan con que sus reflexiones sirvan como un granito de tierra fecunda.

Redacción