Juventud

Expriencia en Ávila

Hace unos meses, en Semana Santa, viviendo la Pascua con Escolapios (colegio en el cual estudié hasta hace un par de años que acabé el Bachillerato), nos comentaron algo de un tal «Encuentro Europeo de Jóvenes» en Ávila que no sonaba del todo mal.

Llevo muchos años viviendo experiencias de fe con la pastoral de Escolapios, y me atrevería a decir que en esas experiencias es dónde saco mi verdadero yo y lo descubro. Llamadme loca, pero va a resultar verdad eso de que Dios está dentro de cada uno de nosotros, y si te lanzas a su encuentro, sacas todo lo de dentro hacia fuera, el corazón, los sentimientos y lo mejor de ti.

Por eso, mis amigos de otras partes de España (que conocí a lo largo de los años en estas convivencias) y yo, no dudamos un segundo en decir ese «contad con nosotros» y apuntarnos a una experiencia más que sabíamos que nos cambiaría poco a poco la vida como lo hacen todas.

Hoy, tras haber vivido el encuentro, puedo afirmar con creces que no nos equivocábamos. Fue una experiencia sin duda impactante, por mil razones. Quizás por los miles de jóvenes viviendo diferente, quizás porque cada persona actuaba desde el corazón, o quizás porque podías ver Su luz en la mirada de cada chico o chica que te cruzabas en el camino. He descubierto que hay otra forma de vivir.

No os podéis imaginar lo bonito que es ver que en este mundo lleno de egoísmo, de guerras, de marginación, de envidia, de mentiras, en este mundo que parece caerse a cachos por momentos,… hay algo más. ¡No sabéis lo que Dios puede hacer con la vida de las personas! Lo que es ver que Él pone la humildad, el amor (sobre todo el amor, ¡que es lo que todo lo puede!), la solidaridad, la alegría, y Su verdad por encima de cada grieta que el odio forma en el planeta y así va cerrándolas una a una. Y dan ganas de volver a casa y ser, como decía Santa Teresa, amigos fuertes de Dios. Que ya lo dijo ella hace 500 años, son tiempos recios, como lo eran entonces, son tiempos difíciles en los que los medios de comunicación, la imagen, el consumismo y la apariencia reinan en el mundo.

Y en medio de todo este caos, aquí estamos nosotros. Seis mil jóvenes de todo tipo. Porque no penséis que los cristianos son todos iguales. Que hay jóvenes con vestiditos, con pantalones de potra por los tobillos, piercings, tatuajes, coletas, pelo rapado, rockeros, raperos, rebeldes, no rebeldes, de todas las ideologías, más abiertos, más tímidos,… todo tipo de jóvenes, con sólo algo en común: nuestra fe.

Seis mil jóvenes volviendo a casa y siendo amigos de Dios. Porque Dios no es un ser dictador del cielo que quiere que suframos arrodillados en una esquina. Que es tiempo de que Él sea nuestro mejor amigo, ni siquiera nuestro amigo solamente, si no nuestro mejor amigo. El que está ahí no sólo en las malas, si no en las buenas, porque nos quiere felices y no hay mayor felicidad que la de estar en sus manos.

Y a veces es difícil, porque a la Iglesia le cuesta adaptarse a tiempos nuevos. Los tiempos de la alegría, los tiempos en los que ya basta de estudiar el Evangelio: toca vivirlo fuera y disfrutarlo cada día. A veces a la Iglesia que está acostumbrada a otros tiempos le cuesta salir de su rutina, y a los jóvenes nos cuesta encontrar nuestro sitio.

Pero tenemos una fuerza que nos viene de la fe, que nos empuja en nuestro camino a contracorriente, y aún con las dificultades de fuera, de amigos que nos juzgan, de gente que se ríe de nosotros intentando alejarnos de la vida cristiana, y con las de dentro, las de la Iglesia propia, queremos seguir este camino.

Porque todo lo que tiene a Dios en medio, da la felicidad. Los amigos a los que me unió Él son las amistades más fuertes. Las cosas a las que me dedico por vocación porque me sentí llamada por Él, son las que más me llenan. Y las experiencias que vivo por Él, son las que no olvidaré nunca.

Y es que ¿cómo se puede no ser feliz, si vives cada segundo de tu vida poniendo el amor de Dios en todo lo que haces?

El amor todo lo puede, el perdón cambia los corazones, y la fe mueve montañas. Si aún dudaba todo esto, este verano me ha quedado claro.

Seamos luz, seamos voz, seamos amigos fuertes de Dios.

Nerea Novo