Un dato introductorio relevante sobre el Sínodo de la familia (octubre 2015 en Roma) es que cuenta con la participación de 18 matrimonios y un total de 31 mujeres de gran nivel profesional. Además este Sínodo será el de mayor transparencia informativa en los cincuenta años transcurridos desde que Pablo VI creó la institución colegial permanente solicitada por el Concilio Vaticano II, y revitalizada ahora por el Papa Francisco. Con estos datos podemos esbozar brevemente cuatro claves de trabajo para situar el contexto inmediato del mismo:
1ª) Menos jóvenes deciden casarse. La dificultad de tomar decisiones definitivas, de formalizar un compromiso como el matrimonio, es un desafío para las nuevas generaciones. Además de menos bodas, cada vez hay más divorcios y separaciones. Al respecto, subraya el Papa Francisco: “Debemos reflexionar seriamente para comprender por qué los jóvenes de hoy no quieren casarse, a pesar de que casi todos desean una seguridad afectiva estable y un matrimonio sólido. Junto a otras causas, hay un miedo a equivocarse y fracasar que impide confiar en la gracia que Cristo ha prometido a la unión conyugal”.
2ª) Ayudar a los matrimonios. La Iglesia católica quiere buscar modos mejores para prepararse al matrimonio. Al Papa le gusta la idea de que algunos matrimonios ayuden a otros matrimonios, tanto antes de la boda como en los primeros años. Así aprenderán cómo perdonar y valorar los errores y limitaciones del otro. “Si os habéis peleado nunca terminéis el día sin hacer las paces en la familia. ¿Y cómo debo hacerlo? ¿De rodillas? No. Basta un pequeño gesto, algo así. Y la armonía vuelve a la familia”.
3ª) Conexión con los hijos. Educar a los hijos es un desafío en todos los continentes. Muchos padres dicen que no consiguen hablar con ellos a causa del “entorno invasivo de los medios y las redes sociales”, que con el móvil o el ordenador influyen de un modo decisivo sobre nuestros hijos. “Si la educación familiar recobra su protagonismo, muchas cosas cambiarán para bien. Es hora de que los padres y las madres regresen de su exilio, se han autoexiliado de la educación de los hijos, y se impliquen plenamente en la educación de sus hijos”.
4ª) Familias rotas. Al Papa le preocupa que las familias rotas piensen que no tienen sitio en la Iglesia. Por eso pide a los católicos que les traten con comprensión y que les ayuden espiritualmente. En algunos lugares los divorciados no pueden ser padrinos de bautizo ni tener encargos en tareas de catequesis algo que el Sínodo reconsiderará. Además, algunos obispos han pedido que se busquen itinerarios para aquellos divorciados vueltos a casar civilmente que en algunas circunstancias extraordinarias desean volver a recibir los sacramentos. “Diferenciando entre quienes han sufrido la separación y quienes la han provocado. Si se mira la nueva unión desde los hijos pequeños vemos la urgencia de una acogida real hacia las personas que viven tal situación. ¿Cómo podemos pedirle a estos padres educar a los hijos en la vida cristiana si están alejados de la vida de la comunidad?”.
Como dijo Francisco, esta búsqueda de soluciones a la emergencia se ha hecho respetando cuatro elementos fundamentales del matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la apertura a la vida. Este marco de trabajo del Sínodo tendrá que seguir avanzando, sin duda, los próximos meses y años, en la búsqueda y concreción de la misericordia evangélica en y para la familia cristiana del siglo XXI. Así se expresa el Papa Francisco: “es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre” (El rostro de la misericordia, Bula del Jubileo de la Misericordia, nº 12, 11/IV/2015).
Gonzalo César
Profesor del ITC