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Cangas

Hemos terminado hace unos días las celebraciones de la Semana Santa en nuestra Parroquia de Santiago de Cangas e Islas Cíes. Es una Semana Santa muy intensa en la que juegan un importantísimo papel las distintas procesiones que tenemos. Podemos decir que empiezan antes del Domingo de Ramos con el Traslado de la imagen de la Virgen de los Dolores desde una casa, en la que está guardada todo el año, hacia la Iglesia Parroquial (ExColegiata como gustan decir aquí) el día anterior al inicio a su Septenario, y terminan el Domingo de Pascua de Resurrección con la procesión más reciente de todas: la de Cristo Resucitado que se encuentra con su Madre enlutada durante el recorrido.

Pero para escribir de las conmemoraciones de nuestra Semana Santa antes siempre se ha de hacer referencia, aunque sea breve, a nuestra iglesia excolegiata. Ella es la mayor joya arquitectónica que atesora la Villa de Cangas y máximo orgullo de sus habitantes. Se empieza a construir ya a finales del siglo XV y que, después de distintas ampliaciones debido al título de “Colegiata” que le confiere el Papa Paulo III en el año 1.545, quedará prácticamente como se la contempla hoy en día, hasta que en 1.759 se construya su campanario actual.

Templo, pues, de estilo gótico marinero; con fachada retablo renacentista, de las más importantes de Galicia; campanario barroco “galego de placas”; y planta basilical compuesta por tres naves, cubiertas con bóvedas estrelladas sobre altas y fuertes columnas. De su interior destacaremos, claro está, su retablo mayor dedicado al Apóstol Santiago del año 1.744 de estilo barroco churrigeresco; el “Cristo de la Pila” o “Buen Jesús” que se salvó milagrosamente de la quema sufrida en 1.617 por parte de piratas berberiscos; la cruz procesional del siglo XV; el órgano donado en 1.925; las pilas de agua bendita, que son dos conchas naturales enviadas desde las Filipinas; y la lámpara del Santísimo Sacramento enviada desde Méjico.

Nuestra Semana Santa ostenta el distintivo de “Interés Turístico Gallego” desde el año 2002 y se considera la tercera en importancia después de las de Viveiro y Ferrol. Son cientos de personas que acuden a nuestra Villa para contemplar las procesiones que recorren las calles y admirar algunas de sus tallas articuladas, casi únicas en Galicia que guardan un gran valor histórico y artístico pues son manufactura, algunas de ellas, del maestro Cerviño. Así, en medio del fervor popular de esos días, resaltan esos maravillosos “pasos” procesionales cangueses. “Pasos” que muestran el carácter piadoso en los días más distinguidos del año cristiano de una villa marinera como Cangas. Y esto hay que subrayarlo muchas veces, la impronta marinera de esta Semana Santa mantenida, hasta ahora, por sus cofradías y hermandades que después de los Oficios celebrados con pasión en la iglesia se trasladan con toda su fuerza y con todo su arranque a la calle para mostrar de otro modo el Misterio Pascual.

La Parroquia consta de cinco asociaciones de este tipo: la Cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo, cuya antigüedad exacta se desconoce, quizá parta su andadura durante el siglo XVI, es refundada a mediados del siglo XIX; la Cofradía de la Misericordia – Gremio de los Mareantes, cuyos primeros datos parten del siglo XVI, y refundada a comienzos del siglo XVIII; la Venerable Hermandad de la Santísima Virgen de los Dolores y de la Soledad, fundada a mediados del siglo XVIII. Estas tres serían las históricas. Las dos siguientes son mucho más modernas: la Cofradía de las Tres Negaciones de San Pedro, que data del año 1992, y que estrenaron imagen nueva el pasado año; y, por último, la Hermandad del Cristo Resucitado, constituida en el año 2014. Todas ellas unidas a través de la Coordinadora de Cofradías de Semana Santa.

Como ya se dijo, nuestra Semana Santa, procesionalmente hablando, se considera que se inaugura con el Traslado de la Virgen de los Dolores para el inicio de su Septenario al día siguiente, una de las procesiones más sentidas y que más gente arrastra mientras se va rezando el Santo Rosario intercalando los misterios con cantos del Stabat Mater. Es verdad, que el Domingo IV de Cuaresma, en las Primeras Vísperas, se hace el Pregón y el “Desfile Procesional” de todas estas cofradías, acompañadas por marchas procesionales, interpretadas por la Banda Municipal, en el interior de la iglesia. Antes ha tenido lugar la Novena al Nazareno que sigue conservando toda la devoción gracias a la Cofradía de la Misericordia, mayoritariamente formada por gentes de la mar. Después del solemne Septenario, el Viernes de Dolores, sale a la calle la imagen en uno de los días grandes de la Villa que todavía conserva su grandeza de antaño.

El Domingo de Ramos todas las Cofradías y Hermandades sacan la Procesión de la Borriquita, acompañada por niños de sus tercios infantiles. Y ese mismo día, a la tarde, desde hace unos años se lleva a cabo un Vía Crucis infantil, protagonizado por niños de Cofradías y catequesis con el fin de no solo interpretarlo sino ofrecer su ejercicio a adultos y jóvenes.

El Miércoles Santo sale la Procesión de la Soledad, que organiza la Hermandad de la Virgen de los Dolores. Es otra de las procesiones más bellas que tenemos, no solo por la impresión que deja la imagen de La Soledad, sino porque se logra un clima elevado de silencio y respeto, y sincero acompañamiento. Esta imagen es portada únicamente por mujeres.

El Jueves Santo, después de los oficios de la Cena del Señor, sale la Procesión de la Santa Cena en la que destaca la talla del mismo nombre que empujan los miembros de la Cofradía de la Misericordia. Es una de las tallas más esperadas durante el año para ser admirada por todos, especialmente por los niños. Acercarse a ella, cuando está en la iglesia, como a otras imágenes, tiene un efecto similar al acercamiento a los nacimientos de nuestras iglesias durante las fiestas navideñas. En esta procesión salen también las imágenes del Ecce Homo, y de la Virgen de los Dolores, llevadas por miembros de dicha Hermandad; y el paso del Huerto de los Olivos, llevada por miembros de la Cofradía del Santísimo Cristo. Esa noche, después de la Hora Santa dirigida por los socios de la Adoración Nocturna, en su turno de Cangas, el Santísimo es acompañado ante el Monumento durante toda la madrugada.

El Viernes Santo, terminandos los turnos de acompañamiento a Jesús en el Monumento, es el día más duro. Verdadero día grande para toda la feligresía de Santiago de Cangas. La primera procesión sale a las siete la mañana con la imagen de San Pedro. Su imagen, reciente, es transportada por los cofrades de las Tres Negaciones. Según el ciclo litúrgico en el que estemos, los cofrades, con la colaboración de otros, interpretan en distintas paradas que se hacen el episodio de las negaciones de Pedro hacia la persona de Jesús. Ese día tiene lugar el Santo Encuentro, momento grande de la Semana Santa en el que se predica y expone durante largo tiempo una especie de Vía Crucis popular en el que intervienen variadas imágenes, muchas de ellas articuladas: el Nazareno, la Virgen de los Dolores, San Juan, la Verónica, María Salomé, María Cleofás, María Magdalena, un joven niño llamado “Francisquiño da Ferramenta”,… termina con una de las procesiones diurnas más bonitas al transitar por las estrechas calles del pueblo. A la tarde, después de los oficios en los que se predica el Sermón de las Siete Palabras y se realiza el Desenclavo, tenemos otra de las procesiones más largas, a saber, el Santo Entierro, cuyo organización recae sobre el Gremio de los Mareantes, en las que las santas mujeres antes mencionadas portan productos balsámicos, flores, aceites… en atención al Paso de la Urna que lleva la imagen de Jesús yacente. Por último, a la medianoche, la Procesión del Silencio en el que sale la imagen queridísima en Cangas del Cristo del Consuelo, llevadas por los costaleros del Santísimo Cristo, y la del Buen Jesús, ésta portada por miembros de Protección Civil. Es una de las procesiones más esperadas pues se apagan las luces del pueblo y es acompañada por el redoble de un solo tambor.

Finalmente, el Domingo de Pascua de Resurrección, la última de las procesiones: la del Resucitado, que se encuentra con su Santísima Madre. Procesión recientísima que está arrastrando a cada vez más gente y que, al contrario de las anteriores, sale antes de la Misa Solemne entrando de manera muy festiva en la iglesia parroquial.

Gran mérito, pues, para esta Semana Santa que reclama un lugar y un reconocimiento por toda la carga de trabajo, fervor y tradición que arrastra y a la que hay que reconocerle una impronta marinera sin la cual sería impensable e inconcebible esta manera de celebrar y procesionar.